|
Desde el estallido de la supuesta "crisis" --"estafa", según algunos; "atraco", según otros-- es como si Europa se hubiera partido en dos. Media Europa ha pasado años movilizándose contra el autoritarismo ultraliberal de la Troika, y contra los dirigentes que mienten sobre paraísos fiscales que "en six mois, c'est fini". En algunos casos, movilizándose y con algo de éxito, como ocurre con los ciudadanos franceses, que han evitado y siguen evitando los efectos más monstruosos del austericidio, y además lograron placar, derribar y neutralizar con brío a aquel hoy lejano engendro llamado Nicolas Sarkozy.
Hay otra media Europa. Es la que se ha pasado --y está pasando-- los años debatiendo sobre indentidades, separatismos e independencias. Es la Europa de los que miran cada euro que pagan en impuestos como si fuera sistemáticamente algo que un carterista les está robando del bolsillo. Es esa Europa que, por activa o por pasiva, acaba autodefiniéndose a sí misma como "rica y plena" por antonomasia o por derecho divino, y por consiguiente necesitada de separarse de la masa de gente pobre, negruza y ruidosa que migra e invade el mundo.
En Ojalá/SanchoPanzaLab, creemos que esa segunda Europa, la de los ricos y plenos con banderita, se equivoca. Que ha tomado un camino peligroso, por el que forzosamente acabaría en una integración vertical fusional con sus respectivos Conducatore, olvidando que todavía hay clases. Olvidando que aquí, quienes roban, son los beneficiarios del Archipiélago Hyperclass ("superclass", para algunos autores, "transnational capitalistic class", para otros), y que los hay también en los barrios finos de Barcelona, aunque sepan ponerse en cada momento la barretina que convenga.
Aprendí la política y el periodismo subido a los hombros de mi padre, obrero inmigrante andaluz en Barcelona, frente a los Grises, cuando él y sus camaradas de arrabal y de fábrica ensayaban 'Els Segadors' con apenas cuatro palabras, para poder cantarla junto con La Internacional en castellano. Fueron momentos gloriosos. Ni un segundo de duda en sus mentes: ¿Independencia en el marco de una movilización masiva que pone los derechos sociales de todos por delante? Por supuesto, vamos p'alante. Si nuestros hijos van a crecer en una sociedad de Libertad, Igualdad y Fraternidad, el proyecto es bueno. Que aprendan catalán, porque se lo enseñarán.
Desgraciadamente, lo que está ocurriendo en 2014 en la Cataluña de los esmarfoons, los guat sap, el pensamiento blando y los slóganes facilones es todo lo contrario: Se está suplantando el conflicto social, y enmascarando la cleptocracia de los Artur Mas y demás, con cuentos de cuatro barras. Se encandila al personal inventando rollos de un tal Guillem el Pilòs (o como coño se llamara) que parece que tenía sangre azul pero catalana.
Como si hubiéramos batallado tanto, tantas generaciones, para lograr joder la memoria de aquella interminable y rollazo lista de reyes visigodos de la Reconquista (¿Se acuerdan de lo de Favila?), como para acabar teniendo ahora que arrodillarse ante otro hijo de puta feudal (es decir, un señor de guerra tirano) por el hecho de que se llamara no sé cómo, que fuera semiRey de algo parecido a un país catalán, y que esté enterrado en Poblet.
*#NO A UNA ERA DE
POLITICA SEÑUELO*---->
Visto desde París, y más aún desde Bruselas, esto pinta muy mal. Algo empieza a oler a podrido.
A escala de las instituciones de la UE, el uso y abuso del populismo ultraderechista (o de su vertiente británica, el ultrabritishness) está sirviendo para canalizar el descontento popular y llevarlo por vía muerta. E incluso para mover el centro de gravedad político global de nuestras democracias hacia posiciones muy conservadoras. O sea que, in fine, sirve al proyecto austeritario y ultraliberal pilotado por la City de Londres, Berlín, Frankfurt y Bruselas. De cara a las pasadas elecciones europeas de mayo de 2014, el ejemplo francés indica claramente lo que está pasando: Según el recuento del organismo oficial CSA, el partido neofascista Frente Nacional dispuso de un tiempo de palabra muy superior al que legalmente se le debía, y eso en los principales medios audiovisuales de referencia, públicos y privados, donde se gobierna al milímetro la antena desde posiciones cercanas al PS, la UDI y la UMP (supuestos centroderecha y centroizquierda).
Localmente, en varios puntos de la UE, allí donde es necesario, surgen como por generación espontánea milicias neonazis que campan a sus anchas, dan el espectáculo necesario para frenar la alianza entre jóvenes de todos los colores golpeados por "la crisis", toman control de sectores urbanos, y además permiten así justificar despliegues policiales excepcionales. Excepcionales en el sentido esencial de la palabra.
Y en tierras donde, localmente, la juventud podría poner en jaque el proyecto ultraliberal, un hueso que roer: En el caso de Catalunya, el españolismo imbécil de un Mariano Rajoy habrá bastado para meter a la gente joven en vereda, con el debate "soberanista". Es decir que un individuo -- Rajoy-- que nunca en la vida podría haber llegado ni tan siquiera a chivato de la policía en un sector vallado y con concertinas, curiosamente es propulsado a la cabeza de una potencia media de la UE, como España, y más curiosamente aún se le permite que ponga en marcha un programa ridículamente anticatalanista, que sirve para seguir avanzando sin problemas, a escala ibérica, en la demolición de derechos sociales.
La política del señuelo, destinada a encubrir con falsos debates los auténticos problemas, destinada a enmascarar la evidente impotencia total --cuando no la corrupción-- de los actuales dirigentes, está triunfando localmente. En el caso de Barcelona, esa realidad de 2014 es especialmente triste: Esta ciudad fue, en su día, motor de los Frentes Populares que lograron conquistas sociales aún hoy insuperadas.
*#HACIA UNA REDEFINICION DEL
DERECHO A LA AUTODETERMINACIÓN*---->
El derecho de autodeterminación de los pueblos es sin lugar a dudas la espina dorsal de un orden internacional justo, además de ser la garantía última contra la opresión interna. Por eso constituye, de alguna manera, el fundamento básico de la soberanía popular: Su aplicación es universal, y como norma su rango jerárquico es absoluto, superior a las constituciones o a acuerdos entre Estados. Los saharauis, los palestinos, los kurdos y otros tantos pueblos conocen el poder de esa norma, puesto que les fundamenta para luchas que duran décadas y que, aunque pierdan en el campo de batalla, saben que van a ganar a medio plazo.
La cuestión ahora (y que sacudió con fuerza a muchos partidos franceses cercanos a la "causa catalana") es: ¿Se puede llamar derecho de autodeterminación un proceso liderado por una clase política aburguesada y corrupta, que agita el monedero y los impuestos como principal espantajo? ¿Cuando se acarician los sentimientos de superioridad de cierta gente, para utilizar esa creencia en la riqueza y la virtud propia como motor de separatismos? ¿Cuando se reivindican pasados míticos que conllevan el elogio de señores de guerra predemocráticos?
Extirpándonos de Cataluña, la pregunta se formularía así. ¿Es camino hacia la autodeterminación el chantaje que practica, desde hace años, en Flandes y Bélgica, la Nieuw-Vlaamse Alliantie (N-VA), el partido separatista del neofascista Bart De Wever?
Allí, como en Cataluña, políticos profesionales que viven muy bien utilizan la demagogia fiscal y la reivindicación identitaria, para ir presionando al Gobierno estatal, alcanzar cuotas de poder, conservar y mejorar sus sillones, y eventualmente arrancar algún canje en finanzas públicas que no mejora la situación social de nadie.
Es decir: para hacer que todo siga igual, sin avance para los comunes. Nada para el 99% que somos todos.
No es derecho a la autodeterminación, sino restauración de antiguos regímenes, con sus Marcas, sus condados y diezmos.
¿Qué fuerza progresista puede apoyar un "derecho a la autodeterminación" así transformado en egoísmo reptil?
Esa es la razón por la cual, tras varios meses observando el "proceso soberanista", y tras una pregunta a François Hollande sobre el mismo, publicamos en este dossier, con dos textos: El primero, del periodista Manuel Estapé Tous, desde el corazón de Barcelona, desde la boca del lobo por así decirlo; El segundo, surgido como es costumbre nuestra desde las profundides del mundo del libro, con citas (en ciertos casos inéditas) de Marx y Engels acerca de nacionalismos.
|
|