*#1LA FRANCE A PEUR* 

Ahora que medio mundo se está familiarizando con algún rudimento de la lengua francesa gracias al "Je Suis Charlie", ahora que hasta el ultra Antonio Caño y Su-El País se traviste de valiente defensor de la libertad de prensa y de transgresor, quizá sea bueno recordar esa otra frase histórica que va a haber que colocar al lado de "Je Suis Charlie": "La France a peur" .

Porque, como en aquella ocasión de 1976, media Francia está lo que se dice acojonada por la bestialidad de lo que ha pasado en esta la primera semana plenamente laboral de 2015. "La France a peur". Y, porque, en medio del aparente caos horrendo de muertes, en medio de un rodillo mediático masivo e irracional, como en aquella ocasión de 1976 cuando se jugó la suerte de la pena de muerte, lo que está en juego ahora es civilizacional. Y no es seguro que los poderes que se han puesto en marcha, incluido desde las más altas esferas de las instituciones, incluido desde las altas esferas de los medios, estén por la labor de arrojar luz y raciocinio en la opinión de una ciudadanía que, acongojada, igual traga mejor que ilustrada.

Este viernes 9 de enero, pocas horas despues de los ataques probablemente yihadistas, las sinagogas estaban bajo fuerte escolta policial. Las mezquitas también, aunque mucho menos. El ministerio de Interior, para poder dotar de armas largas a tantas decenas de miles de uniformados de base en las calles, acabó por tener que recurrir a un viejo stock de fusiles de los años setenta, algunos de los cuales eran lucidos en pleno centro de París como si sirvieran para algo.

Por primera vez, de forma generalizada circularon en la ciudad adolescentes militares, soldados rasos, vaya, armados, con el cargador de fuego real puesto, y sin compañía de policías o gendarmes.

Los cultos religiosos, los militares y los policías eran los protagonistas. La interpretación de lo ocurrido era religiosa. En ello, el tándem Hollande/Valls recurre al mismo artificio que Nicolas Sarkozy.

Entre tanto, en una oficina del Seguro Médico de la Seguridad Social (CPAM de París) del noreste, una simpática y eficaz funcionaria atiende a los usuarios. Por todas partes lucen los agentes públicos unos post its donde, amorosamente, sinceramente, han escrito "Je Suis Charlie". Un viejo periodista se emociona al ver cosas así. Palabras: "Dans cette histoire, ou on s'en sort tous, ou personne ne s'en sort!".

Pero claro: estamos en una oficina de servicios públicos, esos que varios informes oficiales semisecretos dicen que están exhaustos y a punto de quebrar por los recortes. Primer roce, segundo roce, tercer roce de los funcionarios en taquilla con ciudadanos que, como de costumbre, van llegando cabreados al descubrir que por decisión ministerial se les ha reducido, recortado o simplemente suprimido la cobertura médica. Tras un enésimo roce y un cabreo algo más subido de tono del ciudadano de turno, la funcionaria agredida estalla: "¡Estamos en alerta máxima, joder, grado Vigipirate-Atentado! ¡Normalmente debería de haber un policía a la entrada registrando bolsas y bolsos y filtrando! Y mire: aquí no hay ninguna vigilancia... ¡Si un loco viene y pone una bomba o algo, estamos jodidos!".

No lo hay. No hay un policía. Ante mezquitas y sinagogas sí.

* DEL "JE SUIS CHARLIE"
A LA MARCHA DE 'UNIDAD NACIONAL'* 

Las banderas ondean a media asta en todo París desde el jueves pasado. Las banderas, de luto, sí. Pero es que el inmenso bosque de banderas que pueblan toda la ciudad ha operado un discreto cambio desde el inicio de la presidencia Hollande.

Antes, incluido en la época de Mon Nicolas, predominaba la bandera nacional Bleu-Blanc-Rouge, de cuando en cuando --muy a menudo-- acompañada por la bandera europea. A la chita callando, desde el ascenso al poder de Flanby, la mutación se ha operado, y desde el jueves pasado es posible dar un paseo por cualquiera de los muchos lugares hermosos de esta ciudad, y constatar: A media asta, lo que está, es sobre todo un trapo azul, con doce estrellas doradas, símbolo de la Virgen María. Sí, ese trapo que algún rancio de alguna dinastía de herederos de señores de guerra --un noble-- logró colarnos como bandera de Europa.

Numerosas son las avenidas, calles y cruces y plazas donde ya sólo ondea, en París la meteca, París la afrocubista, París esa zorra cantada por Winston McAnuff y Java, la bandera mariana de la Europa que se cree cristiana y virgen. El Bleu-Blanc-Rouge, fruto histórico de un pacto entre los más revolucionarios y los menos revolucionarios de 1789, va reduciendo su presencia.

Reaccionarios en marcha. El eterno problema entre Francia y buena parte del resto de Europa.

Por lo tanto, resultaba harto previsible el deslizamiento progresivo al que se está llevando a los franceses. Del Je Suis Charlie, a la "Marcha" supuestamente "republicana" de supuesta "Unidad Nacional", que se celebrará el domingo en París, y a la que los franceses están siendo invitados de forma insistente por Valls/Hollande y toda la pesca, que se apoyan en el efecto "La France a peur", y en la simpatía "Je suis Charlie", sentimiento original real de los ciudadanos.

"Unidad Nacional": Inquietante. Sobre todo cuando se piensa que esa "unidad" fue lanzada con un apretón de manos, el 8 de enero, entre Flanby --el hombre que se abstuvo de desmontar las redes ocultas creadas por la ultraderecha en el Elíseo y en los servicios especiales de la policía-- y Mon Nicolas --el tipo del que se sabe que montó una red oculta en la alta administración, incluida la policía, para espiar y blacklistear a la prensa irreverente.

En principio, de Nicolas Sarkozy a Charlie Hebdo, el auténtico, el de los asesinados, el de Bernard Maris y Charb y Wolinski y otros, va un gran trecho. Por el contrario, el Charlie Hebdo de Philippe Val y Mon Nicolas son polos que se atraen, vía Carla Bruni, por cierto.

Además de Flanby y Mon Nicolas, El Ángel de la Merkel --esto es la Dama de Hierro del Siglo XXI-- Mateo Renzi --el tipo que quiere derribar los ultimos retazos de la protección social italiana-- y Mariano Rajoy --no hacen falta presentaciones-- han anunciado que se sumarán a la marcha republicana de unidad nacional de París. Mi querido Jean-Claude Junker, el hombre cuya declaración de intereses podría ir firmada LuxLeaks, ha emitido un muy oficial y orgulloso comunicado desde la Comisión de Bruselas, para anunciar que también estará.

Se está invitando, pues, a los franceses, a una marcha bajo la bandera mariana. Bajo la bandera de la austeridad, los recortes y la ortodoxia. La virgencita, vaya.

Cinco imbéciles, con entrenamiento militar pero sin sesos, cinco burros que quizá se creían muy musulmanes y en realidad arderán en el infierno, han llevado a este país de élite, sin el menor problema, a una carnicería y a una cacería tan fulgurante y espectacular, como inútil y estéril es en términos de objetivos políticos yihadistas.

Pero una cosa sí han transformado antes de ser tiroteados como perros rabiosos sin interrogatorio posible: han ofrecido en bandeja a la casta decadente y polvorienta de la Europa del pasado la ocasión de poner a todo el mundo en fila india. Camino a la guerra. Unidad Nacional.

El pueblo que más y mejor ha resistido al austericidio y a la regresión va a tener que marchar tras Junker, Flanby, Mon Nicolas, Merkel y Renzi. Si no lo hace, se le acusará de romper la unidad nacional.

¡Coño, se me olvidaba Rajoy, que también dice que va a estar en cabeza de cortejo!

¿Vendrá con la Niña o con su primo?

¿Irá Pablito, con Leticia y sus respectivos Smartphones?

¿Se traerán al Borboncillo, para que luzca un poco?