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Frío glaciar sobre el Gobierno Hollande... y sobre los Sin Techo de Francia
La batalla por la vivienda digna
vuelve al corazón de París
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Sîssi Muyenga
París (SPZ) 28/11/2013

Sólo son unas 300 familias. Es decir, madres, padres, niños, alguna abuela, en su mayoría inmensamente pobres, modestos, entre ellos muchos trabajadores africanos. Pero histórica es la baliza que han plantado estas semanas en el corazón de París, la última capital del primer mundo donde la batalla por la igualdad sigue siendo el nervio de la política organizada. Histórica la baliza, porque ese puñado de gente humilde ha logrado volver a levantar un campamento permanente de personas sin techo, en lucha por una vivienda digna, en pleno centro de París. Como una favela, pero con reivindicaciones claras, explícitas y negociaciones oficiales con las autoridades

Pocos años después de la requisición ciudadana de un gran inmueble burgués (Rue de la Banque), y unos siete años después del episodio de Les Enfants de Don Quichotte, cuyas imágenes de tiendas de campaña al lado de un canal parisino dieron la vuelta al mundo, éste es el primer regreso del combate por el derecho a la vivienda al centro de la Ciudad Luz, con François Hollande, y no el conservador Nicolas Sarkozy, en el poder.

A cara descubierta, los 300 coordinados por la muy activa asociación Derecho a la Vivienda (DAL) empezaron a sondear en el verano (boreal) pasado el pavimento de la Place de la République, para estudiar las posibilidades de instalar un campamento reivindicativo en tan emblemático lugar.

Esa plaza, uno de los puntos neurálgicos de la capital francesa, acababa de ser restaurada y modernizada, operación que nunca es anodina en la principal ciudad-vitrina de un país --Francia-- cuyas empresas son a menudo número uno mudial del urbanismo, las obras públicas, el mobiliario y equipamientos urbanos y el ordenamiento territorial. Ahí, tanto el municipio como el Gobierno esperaban ofrecer la imagen de lo que debe ser una ciudad apaciguada, idílica y sostenible.

Así veían, los arquitectos, el poder municipal y el gabinete de relaciones públicas, la Place de la République del futuro, según las maquetas y exposiciones presentadas al público durante 2012, el año del grueso de las obras de construcción de la emblemática plaza:

Público feliz de consumidores y turistas. Clase media de integrados. Inmensa mayoría de gente blanca. Los niños, hay que llevarlos de la mano. Muchas rubias. Verano. Quien está sentado, es porque consume algo.¡Hay que ver que dura tienen la mollera los tópicos preconcebidos!


*Otoño; llega la realidad

Recién acabadas las obras, llegó el otoño 2013. Otoño: momento fatídico para los Sin Techo en el frío París, porque resulta muy difícil seguir y aguantar sin hogar. Se ve venir el invierno. Así que el DAL y las 300 familias efectivamente instalaron su campamento permanente y reivindicativo en la Place de la République, la misma que estaba prometida a tan políticamente correcto y postmoderno futuro.

Allí quedó instalada esa favela con manifestación y fiesta casi permanente por parte del núcleo más activo de ese colectivo de 300 familias. A partir de esa base de operaciones, entablaron negociaciones con las autoridades para arrancarles la concesión de una vivienda social de alquiler moderado.

La Plaza de la República se convirtió en la plaza de gente así.


así



así



y así



¡Ah, se nos olvidaba! También son así



Bueno, incluso así...



Vamos, que no se parecen en nada a la idílica imagen prevista por las maquetas de los arquitectos, de los poderes municipales de París y de las empresas de urbanismo.

Gente pobre con colores que se parecen ya muchísimo al Sur Global, instala un campamento permanente en la capital más sofisticada del planeta, no cierra la boca, no agacha la mirada, 'ne rase pas les murs', reivindica, para colmo no consume, e incluso además se permite bailar y reír en plena plaza. El acabose.


*El ministro que quería blanquearlo todo

Francia es un país donde gobierna de momento un equipo algo extraño y variopinto, liderado por François Hollande. Y, dentro de ese grupo, una figura ascendente: el ministro de Interior, Manuel Valls.

Este hombre pequeñito, cuya estrechez de hombros y preocupación por el peinado denota que nunca trabajó con sus brazos --y connota alguna obsesión-- es un político curioso. La foto ya la han visto ustedes en algún sitio, o sea que tampoco hace falta colgarla aquí. El se pretende socialista, pero ha sido escogido por el selecto Club de Bilderberg (clan secreto de ultrarricos de todo el planeta) para participar en al menos dos de sus cumbres a puerta cerrada. Desde entonces, Valls progresa en política, hasta el punto que algunos lo ven presidente en 2017 si Hollande se descalabrara por completo en los próximos meses, como todo parece indicarlo.

Valls se autocalifica de socialista, pero en 2009, se le pilló in fraganti. Durante una visita a un mercadillo en una barriada de la Francia multicolor cerca de París, descontento de tanto moreno y tanta morería, se le escapó una frase: «¡Hay que ver qué imagen!... ¡Hey! ¡Ponme por aquí unos cuantos blancos, unos white, unos blankosss! , dijo a uno de sus colaboradores, sin darse cuenta de que lo estaban grabando.

Debe de ser por eso que, hacia la Plaza de la República, el señor Valls envió a finales de octubre pasado a la policía antidisturbios para efectuar una limpieza, un blanqueado. Contra los acampados de la asociacion DAL.

Los policías antidisturbios practicaron un desalojo particularmente violento comparado con los stándards habituales de la capital francesa, con cargas y heridos de leve consideración. El argumento legal del Estado fue que la manifestación de DAL era un estática, y por lo tanto una ocupación ilegal del espacio público.

Pero una vez desmontado el campamento, la asociación DAL presentó un recurso contencioso administrativo por procedimiento de urgencia. Y el juez --algo que ha puesto los nervios de punta al Gobierno de François Hollande-- sentenció en pocas horas: el desalojo policial fue ilegal puesto que constituye un ataque contra el derecho a libre manifestación.

Por eso ahí siguen las frágiles 300 familias. Regresaron. Han vuelto a colocar la batalla de la vivienda a cinco minutos, a vuelo de pájaro, del Palacio del Elíseo y del Ministerio de Interior. Luchan por obtener su propia casa, y así relanzan un debate más general. De momento, no es más que un brote de resistencia. Pero en este país, más que en otros, nunca se sabe... Máxime, cuando la situación social y política es más que volátil tras un año y medio de gobierno de Hollande. Y cuando --ya es sabido-- los movimientos sociales masivos y espontáneos están circulando a toda velocidad por la región euromediterránea, orilla norte y sur, este y oeste.

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cc - OJALÁ,Sancho Panza Lab / CAPE SanchoPanza/Perspectives 2013-2014

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