Lo cierto es que, si estamos en guerra, ellos debería haber decretado la movilización general del conjunto de la Humanidad contra tan temible enemigo. Y deberían haber explicado qué quiere el enemigo, cómo busca imponernos su voluntad y por qué hay que hacerle frente.
Y, sin embargo , lo que hicieron fue lo contrario : inmovilizaron a la gente y la bloquearon en sus casas. Infantilizaron a unos y, en cuanto a los otros, como eran fundamentalmente viejos, los ocultaron y enterraron.
Así que, muy probablemente, « el enemigo » no sea el que parece ser, y el « estamos en guerra », tampoco.
Hemos aceptado intromisiones inexplicables del Estado en nuestras vidas privadas y en nuestros mismos cuerpos. La inmensa mayoría de la gente, por miedo a la autoridad y sus multas y por miedo a la muerte, ha regresado a niveles de obediencia al poder que son de rango pre-totalitario. Se encerraron a cal y canto en casa. Descartaron ver, abrazar y besar a quienes quieren, obedeciendo como un perrito fiel a unos dirigentes y a un sistema que, en ese preciso y mismo instante en el que se les obedecía, demostraban ser incapaces de proporcionar a la gente corriente cosas tan simples de producir como mascarillas de tela, combinaciones y gafas de protección.
|
Medios de comunicación subvencionados, convertidos en órganos centrales del nuevo (im)poder emergente, elevaban a categoría de genio intocable a un Bill Gates que, pese a disponer de un inmenso poder de cálculo sólo mensurable en zettaflops, no ha hecho ni hace absolutamente nada.
Por salir en la tele e invocar el tan manido « sangre, sudor y lágrimas », una evidente fruición provocaba cosquilleos de placer en columnas vertebrales tan insignificantes como las de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Isabel Díaz Ayuso o Iván Duque, convertidos en pilotos-títeres de una regresión mayúscula de la Humanidad, posición que les hace creer que tienen el poder.
No es que haya ninguna conspiración mundial, ni una mano negra pilotando un proyecto de dominación y sometimiento. Es casi peor aun : La impericia de una generación política que ni entiende ni sabe lo que hace nos está llevando a un mundo sin sentido que empieza a parecerse a fragmentos desconcertantes de cuadros de El Bosco.
En zonas rurales del sur de Francia, se prohibía a la gente corriente comprar semillas para sembrar de qué comer, mientras al mismo tiempo se les autorizaba y se les instaba a ir a comprar comida a hipermercados atiborrados de personas desenmascaradas.
|
En el Mediterráneo español, se cerraban secciones enteras de los Carrefour, Alcampo, etc, como por ejemplo la ferretería que permite trabajar y reparar cosas vitales, pero sí que se dejaban abiertas las estanterías de Ipad, tablets, smartphones y otras tonterías tecnológicas.
En el peor momento de esta fase de la pandemia, cuando nadie sabía exactamente lo que iba a pasar, SanchoPanzaLAB pudo constatar que en los Carrefour del Mediterráneo español sí que había el orden y la calma suficiente como para difundir por megafonía un mensaje oficial del director general de la firma.
Las radios y televisiones órgano central del (im)poder rellenaban horas y horas de emisiones, haciendo el elogio de las series de televisión netflix o amazon prime, series que a su vez rellenaban horas y horas y horas de los cerebros humanos, mientras se prohibían lecturas de poesía, representaciones teatrales y hasta charangas callejeras.
De facto, por lo tanto, se prohibió terminantemente la autosuficiencia, el autoabastecimiento y la vida en común. Y, por el contrario, se propulsó una restauración del orden vertical que enaniza al ciudadano para reducirlo al estadio de consumidor, y se dio un paso más en su alienación.
|