PARIS/ El sarkozysmo,
auténtico laboratorio de una intentona neo-autoritaria en Europa, se
vio muy pronto paralizado por los movimientos sociales franceses, y por
la existencia de proletariado organizado. En otoño de 2007, una huelga
milimetrada de ferroviarios puso un primer freno al emporio
Sarkozy. En 2009, la inteligencia colectiva de los franceses fue más
lejos, y el lugar simbólico fue una planta siderúrgica en Francia,
donde se colocó una placa fúnebre a "las promesas de
Sarkozy". Por cierto: al lado de esa planta, en otra fábrica, los
sindicatos colocaron, en 2013, otra placa fúnebre a las promesas del
nuevo presidente, François Hollande. |