PARIS/ A principios de los años 2000, el gigante francés Areva, número uno mundial del ciclo nuclear, anunciaba a bombo y platillo el lanzamiento de su nuevo "reactor del futuro", el EPR. Más potente, más seguro, con menos residuos, decía la industria francesa intentando relanzar el sector tras Chernobil, pese a que hasta en la propia Francia sólo se construía un reactor en más de diez años (frente hasta diez por año en los primeros 1980). En 2009, con sólo dos reactores EPR en construcción, el "reactor del futuro" ya empezaba a parecerse a una pesadilla del pasado, por acumular restrasos, defectos y sobrecostes. |